martes, 30 de octubre de 2012

La botella repescada (segundo apunte)

Está pues La Ciudadela (ver mi primer apunte), donde se ha recluido voluntariamente el "tirano" una vez que cualquier paso más que diera para aumentar el poder lo dejaría solo en un mundo plagado de cadáveres. Y no muy lejos otra fortificación, igualmente inexpugnable gracias a su particular estructura, aunque también es un castillo de naipes... que depende sobre todo de su cohesión interna. No es sólo esto, pero su nombre ha sobrevivido a la antigua función principal que era preservar la cultura antigua: "Gran Librería", al comienzo de la novela, mucho más que el originario depósito de libros (y arte) disponibles en la isla. Aunque ya no exactamente la sede del gobierno, como en los primeros tiempos; el surgido en la emergencia para que la sociedad pudiera continuar en las nuevas condiciones del extraño y nunca explicado apocalipsis que los había aislado siglo y medio atrás. Ahora, la Gran Librería alberga la Antesala del Código, que a su vez, en los últimos años, ha pasado a ser el leit motiv que congrega a la "hermandad del libro". Fue cuando Puzzo, el germajor de entonces, dio forma al Proyecto: la producción acelerada de un código genético capaz de superar al hombre.

Su población en aumento estará así constituida por quienes no han "nacido de mujer" (de paso, un guiño a los augurios de las brujas a Macbeth para cuando "el bosque comience a avanzar") gracias al trabajo diario que se lleva a cabo en la mencionada Antesala. ¿Lo que encierra un augurio tácito a su vez que amenaza al "tirano formal"? Pero, ese crecimiento, también podría ser una amenaza interna, porque la "colmena" no está ni mucho menos libre de fisuras a instancias, como siempre, de lo que produce la voluntad de conservarse, es decir, su complejización y su constante producción de nueva artificialidad...

En medio de los dos poderes, el que ansía su propio endiosamiento por todos los medios a la mano (sustitutivos de los ya practicados antes o remozados) y el otro, que se ha adoptado la voluntad de dedicar la vida (del colectivo) a desaparecer en aras del futuro (a extinguirse o a aceptar la esclavitud definitiva)... pero conservando para ello el poder entre los hombres, un individuo, que no es capaz de creer en nada, preso de su debilidad, su orfandad y su impotencia recorre el camino efímero de la vida que las circunstancias demarcan... en todo caso, inclinándose por inventar mundos posibles.


viernes, 12 de octubre de 2012

Bartleby

"Bartleby" (una reflexión con forma literaria que no debería confundirse con un relato breve)



Cuando al final de su curiosa historia, le dijeron a Bartleby que de persistir en su actitud se moriría, dijo (o al menos pensó decir) como de costumbre y sin la menor variación expresiva, que “preferiría no hacerlo”. Sin embargo, tampoco ante estas circunstancias actuó en modo alguno por evitarlo (y cuando digo “no lo intentó”, no quiero inferir en absoluto que ello se debiera a resignación, fe religiosa o conciencia científica algunas). Permaneció simplemente impasible y, lógicamente, se murió. Era un personaje extraño que sin duda fue fiel a sí mismo hasta las últimas consecuencias: lo que más “prefería no hacer” era aquello que en una u otra medida le quisieran imponer. Sin embargo, si de algún modo se encontraba, sin más, por inercia, por accidente, no sé, envuelto en ello, metido de lleno, por así decirlo, en la rutina (como de ese modo acababa siendo siempre, al menos desde una óptica “normal”), lo continuaba haciendo a pesar de todo, con precisión y parsimonia “prefiriendo” desde ese momento que no cambiara nada. En esto, actuó del mismo modo al dejarse morir sin preferirlo. Era lo que ya le había sucedido un día, de repente, cuando lo llevaron a esa primera cárcel que los demás llamaban, por lo que pudo escuchar una y otra vez y buenamente acabaría llamándola del mismo modo, por ósmosis, “vida”.