El mundo más desarrollado está abocado a combatir un enemigo microscópico de origen oscuro que lo amenaza física y sobre todo socialmente, y en particular a través de la propia constitución de las defensas contra los efectos de la molécula, al tener que semiparalizar el funcionamiento normal de sus conductas y actividades (económico-fabriles-mercantiles) y del autoaislaniento vigilado.
La sociedad occidental del management se pone a a si misma (inevitablemente) en cuestión. Claro que con esa defensa en manos de las burocracias que hasta ahora lograban ejercer sus funciones con relativa tranquilidad aunque la ineficiencia de costumbre que ahora muestra su notable incapacidad para detener no solo la infección con rapidez y eficacia sino el propio hundimiento social general de su constitución y permanencia. Las medidas tardías y displicentes están llevando las cosas a extremos imprevisibles (pero imaginables) en la base misma del funcionamiento social, político, geopolítico, psicológico, de convivencia, de supervivencia misma aunque a causa de las medidas defensivas tomadas y que ya no saben hasta que extremo llevar (se propone la muerte o casi de la actividad económica acostumbrada o establecida de la que viven mucha gente, algo que se trata de resolver mediante la manera típica de siempre por parte de nuestras sociedades occidentales y occidental izadas bajo el “management” o burocrática ion y especialización: “la subvención”, el sostenimiento paternalista y piadoso de los debilitados por esas mismas medidas defensivas, etc.)
El problema con el que se enfrentan parece insoluble: las medidas sin “de contención” pero imposibles de mantener demasiado tiempo. Hasta la eventual psicosis (preexistente de por sí aunque oculta de manera general) amenaza a medio plazo las cosas. El tiempo se espera que pueda permitir actuar antes de que la multiplicación (a velocidad crucero) de la molécula y antes de que la “indisciplina” social pueda crecer ante la fuerza de las cosas. Pero ese tiempo podría no responder a las declaradas esperanzas. Entretanto, los millares de grupos burocráticos bullen en su interior a instancias de su naturaleza o mecánica imparable, en la cual prima la lucha por el poder aprovechando todo lo que se tenga a mano para ganar posiciones en la sociedad y en cada uno de sus propios marcos, grupos y subgrupos, etc. El tiempo y las medidas que descansan en la frágil coerción social (en la unión de individuos formados durante su existencia y desde sus abuelos en el egoísmo y el criterio básico del sálvese el que pueda... y hágalo a costa del prójimo), el tiempo, digo, juega en contra de la mecánica a la que no se admite (ni se podría admitir) a renunciar (algo en lo que utópicamente confían varios grupos que creen que el paraíso sucederá al colapso absoluto de “lo económico privado”; para ellos “El Obstáculo”!). La resistencia a todo cambio lleva, en breve, a la caída. Es una tendencia, pero una tendencia real.
Sin duda, no podemos evitar desear y esperar que todo vuelva a la calma más o menos chicha en la que navegábamos sin creer que a la calma pudiera seguir una tormenta. Es inevitable. Todos queremos la duración de la utópica paz, de la comodidad, de la rutina. Todos lo hacemos sin querer mirar a los caídos constantemente todos los días. No nos queda otra: marchar como los percherones enganchados a los carros, con los laterales tapados para no desviarnos. De lo contrario... cómo seguir multiplicándonos? Igual que la molécula que nos ataca, respondemos a las leyes ciegas de la vida. Una vida que nos da satisfacciones a Costa de no sacrificarnos por los demás. No demasiado al menos. Limitadamente. Sin poner en riesgo lo que nos ha dado lo que tenemos (sea lo poco o lo mucho que sea) y que pretenderemos siempre e inevitablemente conservar.
Sin duda, parte (muy probablemente mayoritaria) sobrevivirá. Ya veremos bajo que condiciones, aunque, muy posiblemente, al menos de esta amenaza (que nunca podrá ser la última), para seguir obligados a ceder la gestión de la marcha del mundo a los especialistas en gestión que se seguirán aprovechando en grupo y dentro del grupo.
Nada más grave de lo que ya era.
Entretanto: entretenimiento televisivo y propuestas para seguir dentro del circo haciendo en el de payasos ad hoc. “El circo de Oklahoma” como lo llamará Kafka.
Entretanto(por ejemplo!), sufrimiento en masa y exterminio progresivo en Siria o en el Congo... donde lo de menos es morir a causa de la infección... Incluso donde lo de menos es morir... aunque asimismo se trate de evitar a cualquier precio (y sobre todo al de la libertad).
Por ejemplo, aquí... Sepámoslo nosotros los cómodamente confinados en nombre de la patria.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dijiste. Nos habíamos blindado por alta technología y ocupados en trazar y defender lineas imaginarias habíamos olvidado de las grietas en la armadura... la falta creciente en nuestra humanidad que hemos puesto en marcha con nuestra interpretación de los conceptos de éxito, eficaz y comodidad. Una interpretación que nos empuja lograrlos por medidas que, aparte de cometir el error de asumir que somos dueños de la naturaleza, también nos enajena del matriz que nos nutre.
ResponderEliminarEl coronavirus con su efecto asoladora ha puesto de relieve este verdad amarga... nuestra incapacidad de funcionar como un ente... lo que ahora estamos intentando aprender de nuevo ... al menos una parte de la población del mundo. Ojala! que cuando salga el sol otra vez, vislumbre un mundo nuevo.
Gracias, amigo mío, por tu comentario. Entiendo que cuando dice "blindado" te refieres a "refugiado detrás de... "la armadura". No obstante, parece que lo crees "subsanable" (es decir; que podríamos evitar ese "olvido" de "humanidad" que nos habría hecho suponernos "dioses" o algo así) y además, que esa perspectiva "posible" incluso la "esperas" (con "esperanzas" de la llegada de ese "mundo nuevo" en el cual "funcionar(íamos) como un ente".
ResponderEliminarNo es realmente lo que yo "vislumbro", lo siento.
Pienso que el hombre nunca fue otra cosa que hombre, lo cual incluye la búsqueda de refugios simbólicos y sacralizaciones (de sí mismo, o marcisistas) que aplica a sus obras defensivas y agresivas (la tecnología, pero también la escritura, incluso el lenguaje en general con el que construye sus justificaciones, sus referencias y sus defensas). Como hombre es su (digamoslo alegóricamente si me lo permites) "condena". O, si prefieres: su manera de ser en el mundo. Como tales, creo que se establece una inevitable lucha entre el hombre (pero también entre todo individuo vivo, como el propio "virus") y el mundo exterior a él, es decir, a los que siente no-ser (algo empírico y simbñolico a la vez). Así, yo no opondría "el hombre" (considerado "malo" en sí, de esta manera) a "la naturaleza" (así "buena" en sí), como sugieres... porque somos tan parte de ella en todo caso, como el virus o un tigre salvaje que, como todo organismo vivo, sólo persigue involuntariamenete multiplicarse (usando sus propios recursos o los que halle a la mano: las demás células humanas, las garras y dientes, la imaginación creadora –también de tecnología– o la escritura, etc.)
Por eso no cabe "esperar" otra cosa que "la repetición" o el "eterno retorno".
Las circunstancias cambian, pero sólo para que se instalen nuevos dogmas que pocos se atreven a no asumir.
Como tan bien lo viera tres siglos antes del considerado nacimiento de Cristo el Bhagavad Gita (Maharabata), escrito en castellano:
"Hemos vivido para llegar a ver un tiempo sin orden.
En el que todo el mundo tiene la mente confundida
No puede uno resignarse a sumarse a la locura
Pero si no lo hace
No tendrá participación en los despojos
Y se morirá de hambre."
Nota final: es obvio que al ser escrito en el 300 aC... aún no se había acumulado la suficiente experiencia histórica como para dejar de considerar que "el mundo" (por los demás, es evidente) "tiene la mente confundida"... mientras que el que escribiría esto se consideraba lúcido (y lo era hasta donde pudo, sin duda). Al respecto, creo que no hay "confusión" en nadie, sino, simplemente, la metáfora que les (nos) permite continuar viviendo con un m´ínimo de angustia y un máximo de alegría y autovanagloria.
Un abrazo muy fuerte y hasta la próxima.