martes, 31 de mayo de 2011

"Hacer" y "Transformar"

Más allá de las interpretaciones que se construyen tras poner las propias ilusiones (unos) o razones tácticas (otros) delante de los ojos, no se puede negar a ninguna práctica política algún grado de efectividad transformadora. Otra cosa es que pueda merecer el nombre de revolucionaria o de reformadora o que sirva o desborde las estrategias de quienes piensan que pueden sacar algún partido de ellas. Los sucesos nacen y se desarrollan mediante y bajo la presencia de mil y una fuerzas interactuantes y el resultado que leerá la historia una vez que las aguas vuelven a su altura habitual (tras la desaparición o el aletargamiento larvado de muchas de esas interacciones) puede llegar a ser a largo plazo (y a veces hasta a corto plazo) un tanto impredecible. Lo que sin embargo parece indiscutible es que lo que se mueve lo haga sobre la base de una senda más o menos preparada por las circunstancias previas y que en al menos alguna medida crea senda nueva, aunque sea paralela a otra mayor en marcha. Y este proceso que se abre es sin duda del que no podemos asegurar uno u otro alcance.

Si echamos una mirada hacia atrás, concretamente al punto en que "La Crisis" se puso notablemente en evidencia, nos encontramos con lo que creo ha sido su expresión visible más referenciable: el terrible papel de la alta burocracia financiera (situada en bancos, entidades de crédito y de seguros), en la forma piramidal que caracteriza a toda burocrática instalada en una organización a la manera en que un árbol parásito ocupa el seno de otro. Lo que se vio clara, nítidamente, al margen de que se diera o no una interpretación radical, profunda o lúcida, fue sin discusión que un grupo de personas jerárquicamente organizadas (organización que exigía la propia idiosincrasia de la empresa tal y como éstas son concebidas en función de sus objetivos teóricos y de la supuesta eficacia racional para que favorezca al máximo su consecución) se había complotado contra la sociedad en su conjunto hasta un grado en que esa sociedad no podía fácilmente admitirlo, hasta ponerla en peligro, incluyendo la propia empresa a la que pertenecían e incluso sin que les importara hacerlo y llevar ambas a la banacarrota. La imagen de unos piratas desesmascarándose por fin y haciendo explícito el motín que preparaban parece bastante aproximada, aunque con el matiz de que ni siquiera lo hacían con la intención de llevar ese motín ni ningún otro concreto a cabo. La mecánica puesta en evidencia (indudablemente no por vez primera en la historia) fue digerida en diversos grados, de manera siempre limitada especialmente en atención al grado en que todo el mundo se sabe más o menos inconscientemente involucrado en un mundo en donde tales fenómenos se cuecen a fuego lento en sus entrañas; cosa que todos esperan que se neutralicen a tiempo o no lleguen al extremo de poner en peligro la navegabilidad del barco. Esta certeza más o menos intuitiva es procesada de diversos modos por los diversos actores, componiendo un espectro de perspectivas de efectividad posible (es decir, dejando fuera los exentricismo transnochados sin base social alguna, agrupados en sectas o por individualidades inconexas) que va desde las pretensiones más regresivas o "conservadoras" hasta las mil y una pretensiones "reformistas".

No es algo nuevo la animadversión que los habituales usuarios de créditos han experimentado hacia los prestamistas, una figura que a fin de cuentas nos remite hasta la figura del padre de uno mismo y hasta del Padre-Dios, esto es, a esa carga que nos impulsa al potlatch, un fenómeno brillantemente estudiado por Marcel Mauss más allá de sus regresivas y utópicas propuestas finales (para el lector interesado, remito a la fuente: Ensayo sobre el don, editado por Katz en castellano). Ahora bien, gracias a la expansión alcanzada por las actividades comerciales y la facilidad intrínseca con la que se hallan al alcance de la mano como actividad supervivencial legal e ideológicamente reconocida, tapadera de deshonestidades de menor, pero también de mayor, enjundia, y también al invento crediticio con objeto de consumo y ya no de producción como en sus orígenes, lo cierto es que los prestatarios de hoy en día son, especialmente allí donde el consumismo más a calado, es decir, en el llamado Primer Mundo, abarca casi a la totalidad de la población.

En estas circunstancias, es lógico que la animadversión mencionada se haya convertido en la argamasa de un frente extraordinariamente amplio a la vez que un tanto heterogéneo (en todo caso formado por la llamada clase media tal y como existe en el primer mundo) que crea lazos de unidad profundamente míticos de alcance "supranacional".

Sin embargo, en la otra cara de la moneda, ese sistema ha sido el alma mater del llamado "Estado del Bienestar" en el que se han complicado todos o prácticamente todos los estamentos de la "sociedad de consumo", para cuyos miembros ha representado sobre todo la realización efectiva de las promesas de progreso de la modernidad (aunque en buena medida en versión superficial, también en términos de una alimentación continua, una salud controlada, una vida más prolongada, cómoda y entretenida). Esto es lo que hizo que la gran masa de la población no fuese nunca decidida e indiscriminadamente crítica con los políticos. En las condiciones de relativa estabilidad (cuando la pobreza, la marginación, la muerte, el uso de seres humanos como cobayas o soldados, niños incluidos, la opresión y esclavitud a manos de las mafias, las consecuencias de la contaminación tóxica, etc., etc., están lejos, entretienen en el cine, dan tema de tertulias placenteras y, sobre todo, son condición del mencionado "progreso" en el entorno inmediato)... se soporta que, a cambio de ensuciarse las manos por "todos" se les consientan los privilegios, el robo, la corrupción...

En última instancia, se acepta un Robin Hood malechor como jefe de la banda de repartidores de migajas... al menos mucho más que los más malos, que siempre serán los que no reparten nada... para quienes se ven marginados del reparto (ya que, por ejemplo, no pueden pensar del mismo modo los empleados de banca y especialmente sus especialistas y directivos). Es más, se sabe intuitiva y conscientemente, que Robin Hood es... una pieza insustituible de la redistribución que se pretende. Y ello hace que sostenga que las masas son de hecho (y a veces de derecho) filotiránicas en una u otra medida y con unos u otros matices.

De ahí que, como en las causas de las revueltas que acabaron en la Gran Revolución Francesa, vuelvan a ser las llamadas "reformas" económicas las que pesen más que los deseos de libertad en general o politica (léase al respecto a Tocqueville), deseos que en realidad son opuestos a tales libertades (salvo algunas de las que más directamente les afecten) conformando la mencionada filotiranía. Esto es lo que refleja el lema principal de los indignados del 15-M: "Democracia real ya" no esconde otra cosa que esos deseos/exigencias de redistribución bajo una apariencia política; "real" sería "social", "económica", como ya he explicado en otra parte.

No es habitual ni es fácil encontrar material que trate del la naturaleza profunda de las relaciones entre los gobiernos democráticos, o más bien entre los gobernantes que lo ocupan temporalmente... o hasta que los defenestran, y las élites burocráticas de las grandes empresas. La fructífera herencia de Weber (al margen de su simplicidad), dio precisamente brotes interesantes en una u otra medida en las figuras de Thorstein Veblen, de C. Wright Mills, de Lefort (aunque seguramente no he dado con otros igualmente cubiertos por los sucesivos sedimentos de la complicidad antes mencionada). El tema está presente aunque se diluye en los más sonados desertores del marxismo, como Castoriadis y el mencionado Lefort, aunque la propia militancia en pro de una sociedad que respondiese a las reivindicaciones de las masas y el enfoque privilegiado sobre los casos límite, donde parecía existir sólo una burocracia política autosuficiente, redujo el alcance de esos análisis.

Lo cierto es que las relaciones entre las diversas pirámides de índole burocrática que conviven y usufructúan diversos grados de poder político son más que inseparables y plenamente burocráticas. Insisto: político, lo que no reduzco al ámbito gubernamental ni de los partidos sino que amplío al ámbito de la empresa, la universidad, el ejército, la policía... etc., precisamente en el sentido en que vox populis se habla de política en la empresa y en todos los otros ámbitos donde se procura, mediante su ejercicio, "hacer carrera".

Esas pirámides están siendo constantemente trasvasadas en todos los sentidos, aunque de manera selectiva en especial en la cúspide, en todo caso en el ámbito gerencial y muchas veces en el de las relaciones públicas bajo el supuesto de una labor de consejeros o asesores. Ministros y secretarios de estado son mañana gerentes o asesores de grandes empresas y viceversa, pero incluso rectores y decanos y, aunque en menor medida porque para ello algunas luces habrá que tener, jerarcas del ejército y de la policía. Las evidencias son indiscutibles, aunque se minimicen para reducir su real significación y alcance sociológico.

Estas relaciones son al parecer muy amistosas (y ahí están las sonadas manifestaciones del Sr. Botín), pero sufren las tensiones propias de este tipo de relaciones y sobre todo bajo el imperio del chantaje, la extorsión, el acorralamiento, el intercambio de favores, etc. Incluso, por qué no, las maniobras extremas allí donde se hagan indispensables (un resultado de esto: el asesinato de Kenedy, sin ir más lejos), como muestran muchas películas donde se tratan, siempre como casos extremos de malignidad, casos de corrupción empresariales, militares, gubernamentales y mafiosas. Sin duda, las características de nuestro mundo actual están demasiado a la vista como para que no sirvan d entretenimiento y no llamen la atención de los creadores de intrigas: forman parte de otro negocio... donde a veces tienen el descaro de exponerlo igualmente, aunque siempre para entretener (Get shorty, titulada aquí, Cómo conquistar Hollywood de Barry Sonnenfeld, por ejemplo, pero no es la única).

Y aquí entra un revulsivo que también viene de antiguo: el rechazo de la burocracia política que siempre fue vista como usurpadora del poder y de la representación popular. Esto también es viejo: dio lugar a la Revolución Francesa para dar paso a una refundación actualizada de la gestión burocrática que ya existía, dio igualmente lugar a las revoluciones bolchevique, maoista, vietnamita, cubana... para dar paso a otro recambio con variaciones... Parece también algo irradicable.

No obstante, la visión pretende ser innovadora, profética y mesiánica, incluso pretende el adjetivo de "revolucionaria", a pesar de sugerir de manera explícita meras reformas mediante la simple presión del pacifismo; "revolucionaria" en todo caso a lo Ghandi y elevando la resistencia pasiva a lo sublime. Todo muy a tono con la fase "cultural" en la que a encallado la presente travesía, toda la "ideología" que sustenta al "movimiento" se busca en las escasas, incluso muy escasas páginas, de Indignaos! (Hessel, con ¡treinta y dos!) y en la consecuente (y significativa) reunión "progresista" editada bajo el nombre de Reacciona... (Sampedro, Garzón, etc., donde cada uno aporta la parte de panfleto más simple y más o menos encendido según dan sus respectivas y mediocres luces) en donde se amalgaman sentimentalismos sin sustancia alguna con alusiones al supuesto mal mayor al que se denomina neoliberalismo y capitalismo salvaje (donde uno se propone como sinónimo del otro). (1)

Esto no evita que la acción ponga en cuestión y hasta debilite en parte las bases en las que se asienta la sociedad burocrática. Lo hace la propia esperanza que los hechos consumados (la acampada eficaz) transmite de que sea posible "otro modo" de funcionar... Una esperanza ilusa y basada en una experiencia de grupo que no puede extenderse a la sociedad compleja, pero que "ahí está", "resistiendo" de manera prolongada sea por la combinación de causas que sea. Ni tampoco evitará ser no sólo utilizado tácticamente (como lo es ya) sino incluso estratégicamente como pieza de la lucha interburocrática.

En este último sentido, el cuadro parece que acabará (incluso lo está desde el principio en atención a las ideas clave que se fueron expresando mayoritariamente, y que siguen ahí, en la base, dando "un sentido" al "movimiento") enmarcado en la vaga propuesta que nació seguramente en la mente de alguno de los consejeros (productores de slogans) de uno de los más prototípicos jefes burocráticos políticos del momento, Mr. Sarkozy para más datos, al principio mismo de "La Crisis"; la denominada "refundación del capitalismo" del que la prensa de izquierdas se hizo eco sin dudarlo ni un instante casi hasta apropiárselo (especialmente la zapateril).

El País daba la siguiente reseña (de la que sólo transcribo un párrafo) cuando se produjo el anuncio altisonante del presidente francés (y aunque un tanto crítico en su momento, será el mismo periódico y sus periodistas los que lo repitan tertulia sí, tertulia no, en estos días de acampada):

"La autorregulación para resolver todos los problemas, se acabó; le laissez faire, c'est fini", proclamó. "Hay que refundar el capitalismo sobre bases éticas, las del esfuerzo y el trabajo, las de la responsabilidad, porque hemos pasado a dos dedos de la catástrofe", advirtió. Repitió sus diatribas contra los sueldos y los beneficios de los ejecutivos financieros y amenazó con una ley para regular sus prebendas. Recogió retazos de sus viejos discursos y disparó contra sus demonios familiares. El "desorden de las monedas está en el corazón de la crisis", dijo, y apuntó al dólar y el yuan chino como culpables de que las industrias europeas no sean competitivas.
Era una nueva muestra de la "libertad" con la que los políticos actuales alzan banderas mesiánicas al estilo del Lenin de leyenda (y los que vinieron luego, desde Mao hasta Yeltsin -subido éste a un tanque-, desde el Castro libertador al Chávez bolivariano del "¡Exprópiese!"...). Se trata más que del histrionismo de su uso, algo que cada vez se ve más en otros ámbitos, como el que llamamos intelectual (léase Hessel, Sampedro, Saramago, etc.) y no digamos el periodístico y/o tertuliano. Pero no se pude decir con simpleza que se trata sólo o fundamentalmente de una "cortina de humo" lanzada por un "representante del capitalismo", o "de la derecha", etc. En todo caso, la consigna se dirige a la población en general en tanto que soldados que se convoca a una batalla, para la cual deben aglutinarse en torno del conductor. Pero esto tiene también una cara oculta: manifiesta la relativa "independencia" de los gestores del poder político para avanzar sobre los hechos hacia un aumento irresistible del poder.

En este sentido, es interesante estudiar cómo la semilla fue dispersada y por qué vías ha germinado hasta ahora, en un proceso que no sabemos aún hasta dónde será capaz de llegar, y de llevarnos a todos. (2) Lo cierto es que no ha sido ningún movimiento anticapitalista y/o antiburocrático el que haya producido una contestación creciente ni siquiera testimonial, sino, justamente, un "movimiento" de miras reformistas, blando en cuanto a pretensiones de cambio y autolimitado al programa más mínimo que se hiciera posible entre los asistentes (aunque con sectores deseosos de entrar en acción fuese como fuese) el que ha conseguido alcanzar notoriedad. Y esto sólo se puede explicar sobre la base del producto social específico que la "sociedad del bienestar" ha creado y cultivado y que se compone de quienes piden, ni más ni menos, de hecho aunque no de derecho, una conducta ejemplar a unas u otras bandas burocráticas sin escrúpulos en marcha hacia el poder. Ese producto social está constituido por esos jóvenes indignados, decepcionados de sus líderes "de izquierda" (reformistas por otra parte) a quienes acusa de traición sin saber detrás de quienes marchar ahora, jóvenes en buena medida si no en toda medida sostenidos por sus padres como bien se pueda y mientras se pueda o por una combinación de ayudas del Estado y de los padres... Esos jóvenes, que a pesar de la decepción responden al temor a un futuro peor que siempre se remite al partido opositor y que, en el caso español, se inculcado hondamente, siguiendo una particular estrategia de largo recorrido potencial, tal vez hoy devaluada o sólo pospuesta, mediante consignas y demagogia de lo más elemental. Esa estrategia fue (y es) justamente la de aquellos políticos que más explícitamente han hecho suyas las banderas de la "refundación", y en perspectiva deberían ser los más capaces de formar el ejército que necesitan para avanzar en la conquista de nuevas cuotas de poder; un ejército en el que se integrará la mayoría de esos jóvenes, dado que son "progresistas críticos" a fin de cuentas.

Los jóvenes frustrados y los pueblos expoliados (es decir, los que vivían de los padres, del Estado y de la depresión y expolio del Tercer Mundo, en donde los productos europeos subvencionados por los gobiernos del la UE y los demás países prósperos e incluso emergentes barrían literalmente con las economías de subsitencia de la periferia a base de extender en esta una economía de servicios y distribución de alimentos y bebidas superfluas fabricados en los primeros, así como de mendicidad generalizada, en donde los puestos de trabajo por excelencia eran los que ofrecían a los nativos las ONGs, como se ha denunciado). ¿Acaso los griegos que se niegan a pagar la deuda apoyaron a los países del tercer mundo que no deseaban pagarla a la UE que mantuvo el bienestar de Grecia, de Irlanda, de Portugal, de España, etc.?

Claro que esas burocracias demagógicas, histriónicas, hipócritas, oportunistas y, con perdón usar el término con el nefasto pero establecido uso, maquiavélicas, esto es, tacticistas, son todo menos leales a principio o contenido ideológico alguno, y además tienen la habilidad de aceptar los resultados inmediatos del chantage que el botín entero que prometería una riesgosa conquista. Siguiendo las evoluciones de una coreografía de capoeira (esa danza y arte marcial), los grupos burocráticos responden al "más vale pájaro en mano que cien volando..." sin por ello dejar de estar siempre dispuestos y, esto es decisivo, siempre sensibles a las presiones de las circunstancias y a las situaciones que sientan "sin salida", para realizar ataques más frontales; sin duda son la expresión más alta de la animalidad política de todos los tiempos. Esto los lleva a alianzas en el seno de las cuales procuran la máxima preeminencia y el máximo botín. Y esto explica por qué se observa en la superficie un entendimiento entre los políticos y la alta burocracia de las corporaciones en frentes que luchan entre sí por el predominio territorial (caso de Libia y en general de África del Norte en estos días, para cuyas campañas sobran al parecer lo miles de millones de euros y de dólares que tanto habría que "ahorrar", y que se embozan detrás de la "defensa de la democracia" y cosas digestivas del estilo...)

Ahora bien, ¿qué significado puede tener ese indudable eufemismo e indudable trampa demagógica que a su vez esconde una indudable vocación dominadora a cualquier precio?

De su literalidad (que se pone en duda de por sí a pesar de su apariencia mesiánica, tan del estilo de las consignas burocráticas de la posmodernidad) se desprende el ideal por excelencia de la burocracia: el control máximo posible de la sociedad que gestionan, por el máximo de tiempo posible y hasta el más extenso territorio en sentido horizontal y vertical posible (lo que define su inevitable expansionismo). Algo del estilo del "capitalismo rojo" chino o del "islamic banking" tal y como se practica en Indonesia y otros países musulmanes. un capitalismo en fin de estado aunque contemplativo de las válvulas de escape que han demostrado ser las pequeñas empresas y el mercado negro, amen del comercio internacional... tengan quienes tengan los correspondientes daños colaterales que se merezcan por correr unos riesgos que no nacen sino de la falta de alternativas de otro tipo a la esclavitud más abyecta, la pobreza extrema y la muerte...

Esa "refundación", que dice pretender sólo limitar "los excesos del capitalismo", más en concreto aún la "discriminalidad" de los gestores del aparato financiero, requeriría supuestamente la constitución de nuevos organismos institucioneles, nacionales y supranacionales seguramente, que se dedicarían a vigilar el cumplimiento de unas reglas de supuesta honestidad y sensatez en la definición, diseño, alcance en cuanto a beneficios y a posibles daños colaterales, y de imponer una racionalidad extrema capaz de garantizar un "capitalismo social" vacunado contra toda nueva crisis económica o financiera, de superproducción o de crédito, etc. Sin duda, sus miembros deberían ser más "sabios" (y "morales") aún que los que dirigían las instituciones de control actuales, tener una moral insobornable y, para darle solidez... unos sueldos dignos de maharajás.

En cualquier caso, se trataría de una exigencias de sabiduría y moralidad muy elevadas para la realización de unos objetivos realmente pobres en la práctica, supuesto que se pudieran implementar, aunque dignos ciertamente del poder de un dios, un dios capaz de contener la hübris humana (como los griegos llamaban a los impulsos incontenibles) a la que por lo visto se sigue acusando de los males de la humanidad cada vez que se presupone estar ante su destino trágico. Y claro, habiendo hübris siempre habrá recurso a la moral. Y siempre... al castigo de los que la escriban (¡o la re-escriban en cada circunstancia, como se hace hoy y cada vez más rápido!).

Estas medidas equivalen a las tomadas en otras experiencias de las que las más recientes se encuentran en los modelos mencionados (islamic-banking, gestión político-económico-social chino o ruso...) y que ha demostrado derivar -en todo caso a largo plazo y en uno u otro grado- en un desarrollo de las prácticas mafiosas (se puede ver cómo funciona a través del documento que se publicó como Gomorra, pero es también lo que sucedió en tiempos de Stalin en la URSS y en las demás "democracias populares" con el extremo caso de Camboya o el que continúa inconmovible en Irán), algo que también puede verse como anticipo de futuro apocalíptico en el posible espejo de Somalía y que reproduce a una escala mayor las maneras típicas de una isla pirata.

En todos esos casos entre bastantes más se impuso de manera notable uno u otro sistema de control moral y/o político supra-económico acompañado de un sistema penal o seudopenal férreo y expeditivo, con o sin leyes formales pero con leyes de algún tipo (las que imperan en las bandas de ladrones son a fin de cuentas reglas de conducta cuya violación es penada, a veces con ciertos paliativos incluso).

En fin, así marcha esta capoeira colectiva en la que las ilusiones y las prácticas que giran en torno a ellas, conservadoras e inerciales y más mezquinas que bienintencionadas (como nos gusta ver), sólo pueden favorecer que otras tácticas, aprovechadoras, se montan encima y no dejen a sus sujetos otra alternativa que la frustración o las concesiones en nombre de figuras vacías que reivindican un aparente sentido ideológico, aunque mentiroso y por fin desconcertante.

De todos modos, algunas reformas pueden ser implantadas en la línea del dicho "hecha la ley, hecha la trampa", por ejemplo: las deudas nacionales semiperiféricas pueden ser condonadas o al menos reducidas... (algo que satisfará a la masa que en esos países reclama justicia... tanto como para re-olvidar lo ya-olvidado: la injusticia de igual signo sobre la que descansó tanto tiempo el usufructo relativo, pero suficiente, de la suya). Se implementen unas u otros medidas siempre producirán pérdidas de beneficios y separarán del poder a algunos para incrementar los y el de otros respectivamente. La perspectiva de acabar con la fragmentación (¡esa promesa del marxismo y de los autogestionarios de la democracia directa!) es incompatible con la complejidad... a su vez incompatible con un fragmentación sin conflictividad (salvo bajo una tiranía tan utópica como la mencionada democracia integral). En todo caso, como ya he dicho algunas veces: la complejización (que ha llevado a la fragmentación) tiende al colapso, y, al menos por un tiempo podrían darse diversos experimentos, tan transitarios como los del kibutz de Sol, de tiranías brutales hasta democracias de manada... Pero esto ya es meternos en terrenos de prospectiva fantacientífica... que no deja de servir para poder respirar.

Creo no engañarme siendo pesimista... Me apoyo en lo visiblemente que se han engañado los que guardan esperanzas desgastándose en nombre de su consecución, sangrando, pierdiendo la libertad de movimientos, muriendo prematuramente de un modo violento e inútil... No es que sea mejor que acabar como esclavos, sólo se trata de de no tener nada ya que perder más que las últimas fuerzas y los últimos compañeros de combate. Y, también, la burocracia desaprensiva e inescrupulosa puede insistir en obtener beneficios espúreos de realización rápida aunque tengan que "huir en helicóptero" (siempre tendrán dónde pasar cómodamente sus días, y siempre podrán disponer de testaferros...), apurando la copa hasta el último momento... Y todo para que otro grupo se suba a tales inmoralidades en nombre de la suya... y así sucesivamente...

Los problemas, como viene siendo humano desde sus inicios (aunque no por razones metafísicas sino evolutivas), no tienen salidas pacíficas (ni siquiera "salidas" en un sentido esperanzador... para un grupo concreto que se atribuya el "verdadero" punto de vista de la humanidad y se crea capaz de ser el diseñador más sabio -racional, seguramente- de su mejor futuro). Pero esto tampoco significa que pueda surgir de un enfrentamiento entre las masas sabiamente dirigidas y los instrumentos represivos hoy tan sofisticados (donde las fisuras son en todo caso, nuevamente, eco de las luchas interburocráticas que se cuecen sin pausa). La violencia está presente desde la propia raíz (en última instancia, ya lo es en la misma existencia del complejo y real choque de intereses, en acto o latente y en espera de circunstancias favorables para la próxima explosión), y es inevitable.

En el capitalismo, que fue y es desde siempre burocrático en mayor o menor grado porque siempre ha necesitado de una burocracia leal (como expresó Adam Smith, por ejemplo) y siempre rebasado gracias a la independencia burocrática que es muy real pese a liberales (que la denominaron democracia representativa) y marxistas (que la niegan... para autoerigirse en representantes de una clase contra los de las otras), la violencia se manifiesta bajo una aparente racionalidad y una apariencia de diálogo, tras una retórica impracticable, eufemística y engañosa. Por otra parte, tanto las crisis económicas como los conflictos políticos le son inevitables, como hoy ya es vox populis, y a largo plazo, ni las mentiras ni la aplicación del método de "dividir para reinar" podrán impedir que todo acabe resolviéndose con daños colaterales de creciente enjundia (a veces, por cierto, aprovechables incluso para bien de los negocios y muchas más para bien de los gestores de diversa situación cuyo lema parece ser principalmente: "más vale pájaro en mano..." mientras dejan a los ingenuos y esperanzados ver a "cientos volando").

Más allá de la visiones elementales, tanto marxiana como liberal, el "problema" (en buena medida insoluble) se encuentra en el propio proceso de producción constante y creciente de "artificialidad" (en la que incluso cae envuelto hasta "lo necesario"), especialmente en tanto se apoya en la "fragmentación" y la complejidad instituidas desde hace miles de años bajo sucesivas variantes donde se apeló a la coacción por unos en uno u otro grado consentida por los otros. Y esto lleva a la emergencia sistemática de situaciones de caos que tal vez resulte especialmente colapsante, aunque vaya uno a saber después de todo...

Sin duda, no será sin embargo ninguna lucidez la que nos evite el dolor de experimentarlas. ¿Puede ante esto, que tarde o temprano acaba por ser intuido, no entenderse que sea precisamente la predilección por "La Paz" lo que más generalizadamente cale... y, consecuentemente, lo que más ayude a que todo siga, por así decirlo, igual?



Notas:

(1) Sin duda esta probreza intelectual, típica por otra parte de nuestros tiempos, no es la causa a la que atribuiría el agotamiento a medio plazo del "movimiento", al menos tal y como intenta aparecer a la vista del mundo. Esa pobreza la creo más exactamente un hecho confluyente con la idiosincrasia general del mismo. En términos teóricos, no comparto la tesis de algunos historiadores de que "la necesidad (histórica, entiendo) hace al hombre" (Trevor-Roper) sino más bien que la "necesidad" (presente en una coyuntura derivada de lo históricamente recorrido) los localiza en el montón, los pone de relieve, los activa, en la dirección en la que aquella intenta conformarse como dominante (muchas veces sin conseguirlo).

(2) No descarto que el "movimiento" pueda tener continuidad, en tanto viene de atrás y responde en buena medida a un climax que muchas fuerzas en presencia favorecen, tanto agonizantes como utópicas, tanto tacticistas como esperanzadas. Sin duda no como para conformarse a la manera del marxismo o del liberalismo -y no sólo por la pobreza intelectual que lo intenta sostener como ya he mencionado en (1)- aunque, por qué no, como el propio cristianismo o el portestantismo... a la espera del encuentro apropiado con una u otra forma de poder, ocupante o a ocupar que sepa re-vestirse y re-mozarse con astucia. En todo caso podrá intentar entre tanto operar como un lobby más, a la manera de "los negros" en Norte América, salvando las distancias, es decir, procurando evitar desde la calle los excesos hasta el punto de conseguir fijar una nueva (por adicional) manera culposa de pensar equivalente al antirracismo; algo que sólo alcanza peso suficiente en la medida en que exista y se consolide un grupo burocrático con medios adecuados y eficaces para explotar esa "fuerza" o "corriente de opinión" y insuflar elementos propios en el "estilo dominante de pensar". Remito al respecto al best-seller y película correspondiente "La hoguera de las vanidades". En fun, un lobby... del bipartidismo que se pretendería superar.

Lo que cabe señalar a la luz de la experiencia histórica, es que la mecánica de toda corriente, comience o no por formas aparentemente fútiles e infantiles, elementales o poco reflexivas, puede dar lugar a la rotura de los diques que se dan por muy seguros hasta el mismísimo momento crítico, y que gracias a la "orografía del terreno", aquí el contexto burocrático, puede alcanzar el propio horror. Guste o no, se pretenda ignorarlo o no, desde el caso de la Inquisición a los casos del golpe bolchevique, del nazi o del fascista, a los que últimamente se añadieron el de la "Revolución Cultural", el de los jemeres rojos o el de los ayatolás entre los más sonados, dan cuenta de ello.


miércoles, 25 de mayo de 2011

"¿Qué hacer?" Vs. ¿Qué puede pasar?

"Gente pobre, no os comáis entre vosotros, comeos a los ricos, están más gordos", rezaba un panfleto griego incluido en el reportaje audiovisual "Deudocracia" (ver al pie). Se reconoce así que al parecer a unos les sobran los demás... aunque sólo para que desde las filas de los pobres salgan nuevos ricos y los roles vuelvan a estar ocupados. Y quien dice "ricos" dice "privilegiados", "poderosos"... es decir, un atributo de dominio que, a la vez, reporta dinero, hace "ricos" a los que no lo son por medio de ese invento que es la profesionalización especialmente política (sindical incluída, etc.)

Un portavoz del 15-M diferenciaba, en base a lo decidido en asamblea, a las grandes tiendas de las pequeñas, a quienes se proponían defender. Pero los peces pequeños, en ausencia de los grandes (por amordaza, prisión o aniquilación), engordan... hasta hacerse grandes. ¿Es que se quiere la mera mezquindad de sustituír a los que ya están instalados por los que no pueden o no son capaces de conseguirlo por sí mismos? El liberalismo, tal como lo exponía Adam Smith, no dijo otra cosa cuando se refirió al rol deseable para el Estado, y si no me creen, leed La riqueza de las naciones seriamente y no a partir de digestos "políticamente correctos". En las actuales sociedades complejas de hoy en día, todos quieren un Estado "neutral" que... los "ayude" y los "cobije". Padre, mafre o por lo menos buena abuela. Y la Rusia o la China re-capitalizadas (en realidad nunca dejaron de serlo), ¿qué hicieron sino crear nuevos ricos a partir de los amigos de la KGB o de cualquiera de sus equivalencias? ¿Y la Francia revolucionaria (me refiero a la llamada "burguuesa" del siglo XVIII), acaso hizo otra cosa que crear las condiciones para que los oprimidos oprimieran? ¿No gobiernan por los demás sus descendientes?

Un informativo registró hoy la siguiente "denuncia" realizada por una abnegada "indignada" del "15-M" que atendía uno de los chiringuitos donde se suministra comida a los "resistentes": -Algunos recogen el bocadillo que le damos aquí y van y lo venden".

Me pregunto al saberlo: ¿afectará esto a su autoestima?, ¿se decepcionará del género humano?, ¿se sentirá un tanto "idiota" e "incomprendida"?, ¿abandanorará la "misión" o será re-fortalecida por los suyos en nombre de la "Gran Empresa" a la que ha sido llamada por algo así como "el destino"? Si fuera un persobaje mío, ya se estaría preguntando todo esto...

Se pide control a los aprovechados, y con ello se recrean las condiciones para que más individuos se especialicen en el engaño, la mentira, la autojustificación y la delincuencia para beneficio propio.

A fin de cuentas, esto lleva a la conclusión fácil de que la idiosincrasia humana debería ser constreñida mediante una moral (sacerdotes, iglesias, partidos...) y una policía (legislación, inculcación y represión). Y esto tiende a re-producir especialistas en trabajos artificiales, creados sólo porque hay actividades artificiales que deben ser limitadas... en teoría, es decir, porque hay afectados por ellas que consiguen poder suficiente como para crear su propio medio coercitivo, aunque sea de aplicación restringida, en defensa de... su propia artifiosidad (la necesidad de los auditores de deuda internacional, por ejemplo).

Este proceso es lo que yo llamo "artificialización complejizante" o "complejidad artificiosa", da más o menos lo mismo.

En cualquier punto de su desarrollo nos podemos ver reflejados en el otro (o negarnos a ello): basta reconocer que consideramos nuestras propias cualidades especiales (partiendo de que la especialización es algo inamovible) y nuestras necesidades "básicas" (que no son comunes, por ejemplo, a las de un miembro de una tribu del Amazonas, etc.) como Fundamentales y No Negociables (aunque a veces la policía nos obligue a rendirnos).

Cuesta imaginar pues un verdadero cambio en el horizonte. Cuesta pensar que pase algo más que que unos (pocos y conjurados) se coman a los otros (los que no pueden precindir de que haya "unos" que asuman las funciones de "reparto"), y siempre comenzando por los más accesibles, las presas más fáciles, más débiles... sin escrúpulo alguno... Los escrúpulos son para cuando las revoluciones aún no hacen verdadera falta.

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Debtocracy International Version por BitsnBytes

sábado, 21 de mayo de 2011

Intentos elementales de imponer lo "e-Real" (léase "irreal" y entiéndase "lo nuestro")

Como decía Camus, para nosotros, los que nos consideramos poseedores de "una conciencia atenta", "no hay lugar para la esperanza". Ella es la argamasa de los programas y de los planes de futuro. En estos y sólo en ellos se llega realmente a adorar o venerar a esa vitaminizadora que es capaz de encender la inocencia de los hombres hasta el extremo de la temeridad.

Por mi parte, incapaz de sustraerme al imperio de mi propia coherencia interna y de mi propio ego, para el cual callar es morir aunque no sirva para nada, vuelvo a ser empujado a opinar más o menos "públicamente"... con el riesgo de perder amigos (¡esa amistad que llega a veces a ser totalitaria!) y... espacio donde ser uno más, donde está El Castillo que en el fondo deseo desde que superé la lactancia que me acoja... pero, claro, como todos, ¡tal cual soy!

Esta pulsión mía, se debe sencillamente, entiendo, a mi propia trayectoria, lo que no hace mi conducta muy diferente de la que atrae mi atención y me inclina a estudiarla. Es decir, a lo que el Zaratustra de Nietzsche denominó "mi obra" cuando ya no le quedaba nada salvo, aún, la copa llena, más llena, que lo impulsara a bajar al principio de la montaña: al final, el libro sin duda estaba escrito, pero el propio alter ego llegaba al final sin haberla vaciado en nadie, sin haber hecho más que regar con su contenido las tierras de la posteridad, ay, siempre tan recurrida.

"La obra" en mi caso reclama para sí un carácter teórico, formal, crítico y radical... lo que sitúa su objeto en lo que a mi criterio conforma la causa de última instancia del comportamiento humano y de su marcha, la que siguiendo ese criterio considero Real. Pero esa Realidad, siempre se expondrá ante nuestros ojos mediante casos concretos que, leídos desde la perspectiva asumida, pueden poner esta en duda o reafirmarla... Como dijera Nietzsche (no sé dónde ya que tomo la cita hecha por Albert Camus en su El mito de Sísifo): "Los grandes problemas están en la calle".

Y, para toda "conciencia atenta" y, como hemos dicho, por ello desesperanzada, lo que sucede "en la calle" sólo nos volverá a apenar... Una vez más, sí, si repasamos la Historia... Como nos apenó (e indignó) Tiannanmen, aunque aquello sí que fue terrible, quizás especialmente por lo "pacifista" que fue de un solo lado.

La manifestación de rebeldía juvenil que está teniendo lugar en España en estos días y bajo los lemas de "Toma la calle" y "Democracia Real Ya" (y dejemos claro que lo juvenil no tiene relación estricta con la edad de los participantes ni puede ser extendida a su vez a los "topos" que llegan a los lugares de acampada, se queden allí o sólo los visiten, partiendo de un previo dogma, de un plan y de unas consignas que consideran su deber imponer) tiene un indiscutible contenido idílico y de enorme ingenuidad; contenido que se reviste a sí mismo de puro y de liberador por el hecho de reflejar una esperanza... negando y vituperando al mismo tiempo (de hecho o de derecho) las ilusiones más o menos equivalentes de todos los que no ven el mismo camino para realizarlas... y negando a la vez la propia mezquindad que subyace a la suya como a cualquier otra esperanza. Contenido que logra sin embargo, y de manera inevitable, inspirar en mí cierta simpatía visceral, atávica quizás, en parte en contra de mi "conciencia atenta", especialmente en atención a la desesperanza y a la frustración a la que reconducirá, a su inutilidad incluso, que me recuerda mis propios resultados; pero también porque mi conciencia se ha provisto de una determinada narrativa que pretende explicar lo que sucede, incluyendo la emergencia de sí misma y de su asociada ausencia de esperanza, y alcanzando inevitablemente a desnudar lo que se demuestra nuevamente acerca de la mezquindad que nos impulsa a todos y que también está detrás de todas las esperanzas, de las suyas, de las de los demás, de la mías (¡ay, sí, mi desesperanza es kafkiana, y, como señala Camus, encierra también una cierta esperanza!)

Y es que, en ese sentido, todos estamos, nacemos y nos acabamos de conformar, atrapados en una telaraña a cuyo crecimiento contribuimos; una telaraña monstruo que aumenta su tamaño y su poder mientras nosotros mermamos... y mientras la araña y sus crías a su vez engordan (más exactamente, un nido de arañas, de madres araña e hijos araña). Una tela de la que no se puede escapar ni individual ni grupalmente porque, después de más de 10.000 años de haberse ido tejiendo hasta construir la actual encerrona política gigante en la que estamos, todos los grupos que se incorporan lo hacen como meros satélites complementarios que allí donde debilitan algunos hilos ayudan a fortalecer otros, donde hacen retroceder (para su readaptación y no para su muerte) a uno de los nidos mayores ayudan a que otro se aproveche y ocupe el centro más suculento.

Por fin, como tantos otros tantas otras veces, habrán sido meras piezas del juego de "los grandes" (esto es, de la partidocracia que pretenden desbancar), incluso a través del juego de los más "pequeños" (lo que se concreta en alianzas y traiciones poselectorales y parlamentarias, como las ya vistas), y del que volverá a salir victoriosa la sibilina burocracia real, en cualquier caso, con personajes equivalentes a los actuales. Los "grandes" que saben que cuentan (además de los aparatos represivos, legales y des-informativos) con sus propios "ejércitos de leales" (porque ya no hay lazos ideológicos reales) que, como saben y/o recordaron respectivamente... son cuatro o cinco veces más ("unos 90.000", se dijo en referencia al número de militantes) que los que resisten en la calle y/o campean virtualmente con consignas elementales. Los "grandes" que según su propia situación se lanzan a la cara y la cabeza unos a otros dentro de su propia "gran" lucha (¡y no en lucha contra unas decenas de miles!) la jugada de la condena o la jugada de la condescendencia e incluso la jugada del apoyo comprensivo... todas cosas puramente tácticas... que mejor no ver ni oir... para que la esperanza dure un poco.

Cierto que hay una "indignación" generalizada, pero es una "indignación dividida" en base a la visión o no de unas u otras perspectivas, las que cada uno imagina más efectivas para salir del paso, es decir, de "la crisis". Y no es la primera vez que "indignaciones" de mayor calado incluso acaban aprovechadas en el sentido antes mencionado en aras de la lucha interburocrática, a veces con resultados terribles para la "buena conciencia" y la sensibilidad más simple (la mía entre ellas). ¿O qué resultado le dio a Hitler explotar la "indignación alemana" de entre guerras... contra el "imperialismo" desalmado de la Entente y la "insensibilidad" hacia su propio pueblo por parte de los grandes financieros... reducidos por fin a "los judíos"? ¿...o el que dio a las "democracias occidentales" burocrático-capitalistas la plataforma sobre la que pudieron erigirse en adalides de "la libertad" sobre la base de su triunfo de 1945 y en alianza con regímenes similares al derrotado y germinalmente encerrados en el propio? ¿Y qué de las campañas "verdes" o contra "el cambio climático" que desarrollaron las "energías alternativas" junto con varios bolsillos e inflaron igualmente la burbuja crediticia? O, más cerca aún de nosotros y muy en el origen de la frustración actual de muchos que "creyeron": ¿qué resultado dio a ZP la "indignación" contra "la Guerra" y contra "las mentiras gubernamentales"?

La telaraña, apuesto lo que sea, como vengo señalando desde hace mucho tiempo, se fortalecerá, tenga el color que tenga luego, que tal vez no sea el que revista a largo plazo con efectos potencialmente terroríficos (¡y vaya si no lo deso!). Ya iba en esa dirección a caballo de la cacareada humareda de la "refundación del capitalismo" que todavía no ha dado todos sus frutos y que no serán sino los de una diferente relación de fuerzas entre las burocracias, para nada beneficiosas para "el pueblo" (la unión de burocracia política y financiera tal y como se ha definido por ejemplo en los países gobernados por tiranías de índole religiosa puede servir de ejemplo -el islamic banking, que será cosa de marcianos para la mayoría de los acampados-).

En cuanto a nosotros, los más reflexivos, los que somos insuficientemente capaces de soportar la incoherencia interior, por otra parte, a sabiendas del carácter pernicioso del pensamiento abstracto (que suele encorcetar e incluso lapidar la riqueza de lo particular cuya "buena" lectura hace aflorar sus raíces)... volvemos a ser empujados al análisis y a exteriorizarlo so pena de reconocernos demasiado superfluos y tendamos a quitarnos de la circulación en "cuerpo y alma", lo que por cierto, no cambiaría las cosas ni nos daría un último y desesperado sentido... ¿Refleja esto una pequeña luz que no se apaga acerca de los posibles resultados de esta práctica y esta conducta? ¿Ayudará esto a que alguno aumente su propia desesperanza? ¿Es este objetivo algo... esperanzador? ¿Acaso me servirá para que yo mismo me sienta "realizado", es decir, para sostener y hasta aumentar mi autoestima...? Tal vez esta última pregunta con su asociada respuesta afirmativa sea la única sincera: de nuevo, la malicia y la desconsideración humana por el prójimo ocupan el eje de nuestra conducta. ¡Qué nos importa el otro más allá de servirnos como el espejo de la Reina le servía, para reconocer lo que valemos y apuntalar nuestros pasos... en el fondo hasta que nos reproduzcamos ya que más allá de ello todo sobra, todo es exceso e imperfectibilidad!

¡Sí, esto que ha conseguido ser considerado (aunque cada vez con más hipocresía e histrionismo de comedia) lo más sublime que puede producir el hombre, es decir, lo que más le garantiza su aspiración de ser divino, La Sabiduría y recientemente La Cultura, ha comenzado (la primera piedra -¡yo acuso!- la puso Robespierre, que conste en acta, con su Campaña de Salubridad) a hundirse en su tal vez último ocaso, el de la tal vez última noche!

El estudio del suceso que tiene lugar en estos días "de penuria", permite, precisamente, reforzar esa "conciencia atenta" mía ("atenta" a mi criterio y tal vez no al tuyo) y por tanto... aumentar si cabe mi ya profunda ausencia de esperanzas... En última instancia, permitiendo compensarla con un poco de autoestima; la que deriva de la inefable sensación de lucidez que tal análisis devuelve a quien lo lleva a cabo... y lo narra con el mejor de sus lenguajes (hasta donde es capaz). Saberlo es bochornoso, pero... ¡qué diablos...!, como se suele decir en estos casos.

No abundaré en la línea ya desarrollada por mí en mi otro blog, donde me permito analizar los ejes centrales de los argumentos, sentimientos e intenciones (reconociendo que no fui allí del todo exhaustivo y que quedaron flecos que se van entretejiendo en la medida que aumenta la información particular sobre los acontecimientos concretos). Sólo me centraré en señalar mi convicción, un tanto obvia para mi propia visión de las cosas, de que el "movimiento" se inscribe enteramente en la marcha decadente general, marcha que, por otra parte, lo ha impulsado. Sería por tanto un hito más de esa marcha, y un hito débil por otra parte que pienso que no alcanzará ni la más leve dimensión ya no digamos revolucionaria sino reformadora. Muchos vectores concurren para que esto sea así, incluso para parecer a mis ojos como el último estertor de las ilusiones juveniles, tan en extinción como la capacidad de influir que pretendió tener desde un principio el pensamiento, por más lúcido que sea.

Todo lo contrario: se inscribe, nace y actuará estrictamente dentro de los límites y necesidades de esa marcha decadente que nos conduce paso a paso hacia lo que se podría denominar, por decirlo con referencia a una de sus perspectivas más visibles, significativas y paradigmáticas, "la progresiva extinción de la inteligencia".

¡Vaya!, diréis, ¡cuesta mucho entenderlo! Y lo comprendo: dicho de manera tan sintética parece incluso mentira... especialmente cuando aparecen tantas otros casos en sentido contrario. Sin embargo, sé que de entrada "no se entiende" porque, sobre todo, existen unas enormes resistencias (diversas y contrapuestas muchas entre sí) que se oponen a adoptar ese "entendimiento". La "extinción de la inteligencia" es consustancial a la burocratización y a su última fase, la de la posmodernidad... y, si bien puedo sentir pena por ello, debo reconocer que ésta nace de una idiosincrasia particular adquirida que ya no tiende posibilidad alguna no ya de imponerse sino de influir. Hoy el pensamiento que influye (y aglutina) es el del slogan y el digesto e-le-men-tal (que es el que campea en el campamento y en La Red, y que así demuestra definir a unos pequeños burócratas en potencia, con pequeños, limitados y autolimitados líderes a fin de cuenta patéticos... muchos de los cuales aprenderán a ser más demagógicos que sensibles en la medida en que crezcan... o se sumarán a los sumisos servidores de la renovada burocracia que les toque soportar y a la que acabrán ayudando... si es que no lo están haciendo desde ahora... aunque sea sin desearlo e-realmente o e-conscientemente). El mismo llamamiento a no "caer" en consignas "políticas" definidas y mantenerse en la vaguedad "que une" degrada "la indignación" a un ejercicio de perturbación y fiesta que la contradice y disuelve.

Llevo unos treinta y tantos años disparando contra el proceso de burocratización creciente que vive el mundo desde hace algunos siglos (y que dio muestras secundarias y subordinadas a lo largo de varios de los milenios precedentes), incluso rechazándolo desde que comencé a sufrirlo tanto como cualquiera en este mundo que no tenga la idiosincrasia y la escuela apropiada para llegar a ser un miembro de los que lo encabezan. Al respecto, sólo diré que considero que ese proceso reviste unas características específicas al igual que cada una de las fases por las que transita, pero que, en dos pinceladas, se caracteriza por la actividad de unos individuos particularmente agrupados en torno a la consecución per se de unos mayores o menores objetivos de poder para cuya conquista y conservación no caben escrúpulos ni convicciones intelectuales, cuyo camino se reafirma sobre la base de la conquista sistemática y creciente de privilegios sin límites previos, que forman manadas en constante lucha y entre las que las alianzas y las traiciones son moneda corriente así como en el seno de cada una de ellas... Lo he denunciado y lo denuncio en cada una de sus manifestaciones en contra de los intentos de revestirlos de "aceptables" y "prometedores", como se puede ver en mis blogs desde 2007.

Yo descubrí su existencia y lo viví como se vive Un Universal equivalente a Un Destino o Una Némesis (así, pues, como vive el mundo todo "trágico") a partir y a través de Kafka siendo apenas un adolescente, y por fin, tras tomar conocimiento un día, de las atrocidades más difundidas (que había estado negándome a descubrir y que, de entrada, tomé sólo por oportunistas) cometidas por aquellos dirigentes bolcheviques a los que me había acercado al equipararlos a los héroes justicieros de mis historietas juveniles... los auténticos por fin, por fin los de carne y hueso, los... justicieros reales, para decirlo con el mismo sentido con el que se habla en las Puerta del Sol de "democracia real". Atrocidades, pero sobre todo atentados flagrantes contra la coherencia, gravísimas muestras de la más extrema e inaudita hipocresía, que fue lo que por encima de todo me invitaron a llorar su muerte y a darles la espalda a sus tumbas. Constituían la segunda o quizá la tercera camada de dioses que mataba... y por ello una segunda o tercera caída en la locura del "El Loco" que sigue necesitándolos (buscándolos) a sabiendas de que ya no existen. (¿O no es un eco de esa "búsqueda" justamente ese sentimiento de inconsecuente simpatía que la ingenuidad que se despliega riega hasta producir frutos amargos, hasta podridos por dentro, hasta venenosos, pero bellos por fuera, adomecedores, acunadores... nostálgicos?)

¿Cómo puede volver a surgir una y otra vez la misma candidez, la misma ilusión desconcertante?, me pregunto ahora, a la vista de los hechos del presente. ¿Cómo pude llegar a creer en ellos?, se preguntó mi "conciencia atenta" cuando descubrió que mis sueños revolucionarios y justicieros no era nada nuevo salvo en muy escasos detalles y, sobre todo, que no habían logrado plasmar la fórmula del flogisto ni dar con el camino de la piedra filosofal.

¡Escasos detalles apenas, sí, como los que ahora han producido esta pantomina llena de histrionismo comme i faut de las "grandes revoluciones" de antaño, desde las más sangrientas hasta las "pacíficas" como las de Ghandi... unas y otras con un auténtico ingrediente del "nada que perder" ("tan sólo las cadenas")! ¡Detalles como el de la inusitada simpleza, la marginación de lo "elaborado" hacia una mera residualidad, el rechazo incluso de la imaginación potente que dio lugar a proponerla para "el poder" en el mayo francés del 68 (¡pronto hará 50 años; ay, y en cuestión de años tan sólo, habré de morir, de dejar de ver y de sentir todo este dolor y todas las dichas de la vida!) y su sustitución por una imaginación noña que pide por ahí cosas como la "amorcracia", a estas alturas! Formas, en fin, simples, e-le-men-ta-les o lí-qui-das, que ponen de manifiesto hasta qué punto el mundo ha sucumbido a la mencionada marcha decadente, hasta qué punto ha sido arrollado por ella, hasta qué punto todo se ha adaptado, ¡incluso el rechazo del "sistema"!, a un estilo puesto precisamente en vigor en nuestros últimos tiempos!

Indudablemente, en lo que podemos ver como repetitivo (lo que algunos llamarían "la sustancia" por eso de convertir lo que perdura en un absoluto, un incondicional, lo eterno), es necesario hallar una causa para estos nuevos pasos en tanto que pasos de profundización de otros anteriores, una causa en fin que continua operando, que sobrevive a las eras por las que ha transitado la parte de la humanidad que ha escrito la historia, es decir, el occidente más desarrollado en el aspecto técnico, científico-técnico si se prefiere pero también en cuanto a la sofisticación de sus discursos abstractos y de su capacidad narrativa (que son llevadas al colapso a tenor de una posible ley de la complejización, como hoy apunta la Teoría correspondiente). Al respecto, vuelvo a notar que, si prestamos atención a los aportes de la antropología, hay un punto de inflexión que marca el punto de partida de esa específica sucesión de eras, eras que en un conjunto, han recibido el nombre de Civilización. Y señalo esto de nuevo porque en definitiva, esta "sustancia" me ha llevado a concluir que, más allá de la desesperanza metafísica, el problema es la desesperanza concreta que se ahonda con cada paso dado desde aquellos tiempos primitivos (lo que no hace que me alinee con los que sin verdadera noción de lo penosos que debieron ser, los desean y los piden). No, simplemente me ocupo de constatar un hecho: la complejización nos está llevando al colapso dado, por cierto, nuestra idiosincrasia; un colapso que tal vez tenga más de un resultado novedoso... Y esta constatación, volviendo brutalmente al tema, reafirma el carácter profundo de ilusión y frustración en ciernes que tienen las sencillas manifestaciones de todos los que han optado por "la acampada pacífica" de la que pronto quedarán vagos recuerdos y nuevas frustraciones. En la persistencia del sueño occidental moderno, rebajado cada vez más por medio de una sistemática licuefacción como he indicado, que lo ha transformado en posmoderno, está precisamente el "error de apreciación" concreto. Eso es lo que expresan la voluntad de no ir demasiado lejos, de unificar a todos como sea, es decir, en torno a mínimos insustanciales, reformistas y pacifistas, de creer que pueden ir más allá de aprovechar una coyuntura en donde a los que tienen el mando y los aparatos a su disposición les conviene dejar que todo siga su curso, sirva a lo inmediato y se desmorone por sí solo... Por eso se proponen objetivos que pretenden que todo siga en realidad como estaba antes, "antes de la crisis", produciendo aquello que justifique los mismos trabajos por artificiales que sean (y siéndolo desde el punto de vista de lo que ahora se propone -y que se ha instalado y adoptado en el imaginario social- como "alternativa al ladrillo" o como alternativas para "la sostenibilidad", etc.); los créditos por más que representen una huida hacia adelante; el fortalecimiento de las estructuras del Estado, que sustituyan el debilitamiento del motor del beneficio, como si pudiera existir una burocracia buena, en la que algunos dicen no creer ya, que haga de su castillo un ariete "solidario" o "social"; que vuelvan a "cavarse zanjas para volver a llenarlas" aunque más no sea para justificar puestos de trabajo y salarios... necesarios para que el ciclo del consumo se reactive... y volvamos a ver en pie el "bienestar perdido"... que conducirá exactamente a una nueva crisis... tal vez la última, tal vez la que les toque vivir a los hijos y los nietos de los hijos de hoy. Y no digamos ya nada acerca de la voluntad tiránica que

En fin, así vamos, no se me ocurre pensar hasta cuándo, engañándonos todos y engañando a los demás para poder seguir viviendo sea como sea. Es perfectamente comprensible. Pero si lo es, en el mismo sentido se puede comprender a la masa (mayor en número que los acampados) que piensa que votando el 22 a uno de los dos grandes agrupamientos burocráticos españoles (algo que caracteriza a las democracias reales de occidente y no es algo simple como he intentado explicar muchas veces sin pena ni gloria en mi otro blog desde que lo inauguré en 2007) y a otros menores que jugarán en su juego de alianzas y chantages mutuos, obtendrán un mendrugo, una pizca del botín que salga de los otros... Como es comprensible que la conciencia de la debilidad propia lleve a la mayoría, desde los comienzos de la Cilivilización -y lo que ayudó a cimentarla-, optase y opte por alguna de las mil formas de servidumbre qye les permita sobrevivir... Están en su derecho ante un mundo que si no se desmorona por sí mismo, es decir, gracias a la mecánica de la burocracia que lo usufructúa, está demasiado solidificado como para hallar un hueco que comprenda y además responda a los deseos y necesidades de todos... desde "arriba" o "como sea". Por otra parte... ¿acaso habrá quien en su sano juicio quiera que ese colapso inevitable se concrete... "ya", "ya mismo"? ¿No compartimos todos el sentimiento de pavor que eso nos infunde, que nos lleva precisamente a pensar cosas terribles del futuro en el cual dejamos justamente a esos hijos y a esos nietos... todos los que, sabemos, no podrán negarse a la esperanza, por mínima y mortecina que sea?

En breve, no sentimos, al menos en parte, lo que el narrador de la historia de Bartleby, el escribiente, inventada por Melville, que confesaba:
"Raras veces me enojo; raras veces me permito una idignación peligrosa ante las injusticias y los abusos; pero ahora me permitiré ser temerario, y declarar que considero la súbita y violenta supresión del cargo de agregado, por la Nueva Constitución, como un acto prematuro, pues yo tenía descontado hacer de sus gajes una renta vitalicia, y sólo percibí los de unos años."