En mi adolescencia fui atrapado seria, casi "patológicamente", por el existencialismo
sartriano que con su progresiva mala conciencia y vergüenza de sí (que por entonces tomé por honesta en un sentido idílico) me
arrastró por fin al marxismo bajo el deber ser del "intelectual comprometido" que imponía la inmersión en las masas..., claro que en calidad de miembro de su vanguardia consciente... Un umbral que prometía, según ya me dejaron ver mis "compañeros de ruta" de mayor jerarquía a través de sus manipulaciones y jugadas, un "país" como el que habían construido sus venerados líderes ideológicos (tal y como eran mentados).
Sartre parecía acusarme al acusarse (mandando así al frente a sus
soldados aunque no a sus órdenes sino a las de las camarillas soviéticas y
maoístas) al señalar que ante el hambre la libertad era un lujo y al
embellecer mediante el arte literario y dramático la integración en la
pirámide burocrática en calidad de pequeño o mediano capataz de masas.
Ese era el mensaje que me llegó a los dieciocho años a través de Goetz, alter ego de Sarrtre en la ficción (El diablo y dios, o "el buen dios", como se estila en francés), es decir, lo que Sartre habría aceptado como clon suyo en el frente físico de la batalla:
ponerse a la cabeza para estar con ellos (las masas, el sudor de la
realidad o la realidad como sudor). Y la llamada al soldado... surtió
efecto... No hasta el límite de la frustración de quien se sentía como poco
"capitán", es decir, Goetz.
Recuerdo (¡es uno de mis más entrañables recuerdos de mi vida, aunque cueste creérselo... y obviamente porque representó la escenografía ideal de mis mejores sueños!) aquellas discusiones con mi amigo Juan, el militante popular, un auténtico corazón justiciero propio de la más sana y pasional adolescencia, tierno, entregado a la ciencia tanto como a la lucha por la justicia (tal como la entendía y como por fin me la hizo entender), esperanzado, animoso, ojo de halcón para las almas gemelas, y entregado de esa manera a la amistad. ¿Dónde estarás, Juan?, me pregunto mientras te vuelvo a ver al otro lado de la mesa, en el cuarto de estudiante que yo alquilaba, donde llevamos a cabo las sesiones de debate a dos que nos permitirían dilucidar cuál era la verdad: el existencialismo mío o su marxismo, el individuo creador mío o la entrega de todo individuo a la hoguera revolucionaria que daría nacimiento a la colmena feliz del futuro, el que creía tener al mundo en sus manos si se construía a sí mismo o el que debía construirse siguiendo un plan para que no hubiese ningún individuo que no pudiera hacerlo...
No era una discusión insignificante: en ella se cocinaba el gran dilema del hombre como individuo, se ponían al rojo vivo los sentimientos más elevados, las más dignas pasiones. Subir por una escalera de mármol que había sido limpiada y alicatada, por lo que ya era fácil no saber que había sido bañada por la sangre y el sudor de infinidad de explotados y oprimidos, muchos de cuyos huesos se entreveraban con el mármol y la piedra y la tierra apisonada que había debajo... ¡qué duda podía caber!; o tender la mano a los que caían, a los que intentaban levantarse, y para que no cayeran, y para que se levantaran, y para que subieran... ay, eso sí, eso también, ¡vaya a saberse cómo, por qué escalera alternativa, por quiénes alzada, por quienes sedimentada...! ¡Oh, sí, por robots, por máquinas... por esos medios de producción y esa técnica liberada, emancipada por la Revolución!
En esos mismos años (aparte de acabar por tirar la toalla, por ser yo el más duro de los críticos contra mi propio individualismo, por ir por las calles al acabar las discusiones diciéndome. "¡Debo estar dispuesto a morir heroicamente... en el límite, en el límite!") también comencé a escribir lo que acabaría siendo "Una nueva conciencia". Bueno, todo aquello acabó en algún rincón, y espero que los herederos pragmáticos de mi padre lo sumaran a la basura o a las llamas, pero sí que aquello empezó allí... incluso haciendo parte de sí a todo aquello: los debates, la amistad, las pérdidas, la nostalgia...
En la actual novela aparecen unos párrafos pertinentes en boca de un ex revolucionario tietnita Roueg-dor (párrafos que, claro, no fueron escritos en aquel 1967 de los comienzos, en aquel cuarto de estudiante en Córdoba, sino en 1978 o 1979 o tal vez ya en 1980 en España... no guardo el dato con precisión), que a pesar de los términos alienígenas deberían ser suficientemente comprensibles (en la novela se incluye de todos modos un léxico enciclopédico de apoyo pero sobre todo metaliterario); los transcribo aquí:
"De todos modos, el régimen gaidi había sido barrido de Tietnianish y eso me empuja a sentir la misma o casi la misma euforia que embargó a los demás. De todos modos, mágicamente o no, para los que estábamos en Arbaad, se ha realizado aquello por lo que durante tanto tiempo habíamos bregado, yo y mis antiguos camaradas; por lo que luchamos de un modo o de otro durante casi ciensiete roshetay. Y, sea como sea, la alegría ha estallado en el cráter al final del acto, cuando la nube de gas que cubría el cráter y lo aislaba de la civilización se despejó del todo. Y, sea por mucho o poco tiempo, ha tenido la virtud de recuperar para la vida a los enfermos y a los moribundos. La misma que se debería experimentar ante un milagro o un acto de magia; aunque fuesen el resultado de un truco."
y un poco más abajo:
"En cualquier caso, el nonagésimocuarto Nog de Peilushnog o, como prefiero yo decir, la quinta Ascensión del roshetai treinta y dos mil uno, dado que hace treinta y dos mil y un roshetay que se fundó nuestra civilización, tiene todos los triunfos para conseguir ser largamente recordado. Pronto se dirá y se escribirá que fue una Revolución anhelada, querida y triunfante. A pesar de que, al mismo tiempo, acabe con nuestros sueños y cruce nuestro rostro torturado con cicatrices y marcas de latigazos. ¿Escribiré algún viajesh contra ella, cabrá lugar para la Oposición o la Denuncia, estará conmigo Gioas-dor para que lo hagamos juntos?"
Soy yo y soy el contrario hablando. Y soy el amigo (Gioas-dor) del personaje citado (Roueg-dor), y llevo la amistad hasta más allá de lo que la convierte en otra cosa porque sin duda en el amor los individuos se funden... hasta cierto punto... al menos en los términos de la alegoría, de la idealidad... Pero eso comienza a ser otra historia... una historia que otro día...
(continuará...)
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