miércoles, 22 de septiembre de 2010

Raices fuertes, raíces débiles, espacios reducidos, espacios imaginarios...

Parece tan inverosímil imaginar un ser humano que no se tome en serio ni tome en serio aquello que defiende como decisivo o vital, como imaginar que pueda evitar emitir juicios de valor o abrace un mito.

El ser humano prefiere querer la nada a no querer, sostenía Nietzsche ya a sus veintitantos años.

Sin duda, cuesta pensar que Hamlet abandonara de repente sus planes de venganza y se dijera que siendo el mundo y la vida formas de un sueño fútil e inconducente, dominado por el sinsentido y sin una sóla razón defendible, se exiliara, por ejemplo, lejos de los hombres... Cuesta pensar que Zarathustra se habría quedado en la montaña hasta morir de tristeza, convencido como estaba de estar cargado de sabiduría hasta la coronilla,  sintiéndose "hastiado" como "las abejas" por "un exceso de miel", considerando que "la copa" buscaba "desbordarse". Y mal vivir resistiéndose a la necesidad compulsiva de llegar a los hombres y ser por fin algo, y en concreto él mismo, entre ellos o... a su cabeza (como habría dicho el Goetz de Sartre).

Sin duda, cuesta pensar que la locura sea al mismo tiempo tan engañosa como estar a la vez loco (como podría verse desde la mirada exterior de algunos, Polonio, por ejemplo, en relación a Hamlet) y... seguir un plan que parece seguro.

No. Si hay planes hay cordura (*). Y si hay cordura hay una causa detrás de las acciones. La mentira (se termine creyendo en la propia o no, dando lugar a una actitud que se considera honesta) tiene por misión conseguir de los demás y del mundo lo mejor que sea posible para nosotros mismos. Aquí reside el secreto que todos quieren mantener en vergonzoso secreto y que también todos vergonzosamente respetan.



(*) El Zarathustra de Nietzsche, ya que lo he mencionado, no tarda más de lo que dura una experiencia frustrante con el pueblo para descubrir que no debe continuar intentando predicar para él, y modifica de inmediato sus planes: a partir de la nueva toma de conciencia, Zaratustra asume el objetivo más perfilado de buscar exclusivamente "compañeros"... "compañeros en la recolección", "eremitas" o "parejas solas". Con ese descubrimiento, acaba el "Prólogo" y comienzan los "Discursos"... y "Así comenzó el ocaso de Zarathustra".


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