sábado, 19 de diciembre de 2009

Schopenhauer vilipendiado por el racionalismo con el fin de ponerle una losa encima como sea

¡Pobre Schopenhauer! Tantos esfuerzos para acabar siendo "superado" y para que el positivismo y el racionalismo en general, que acabaron conquistando la Ciudadela de los Expertos (que no Sabios) lo aherrnjaran al montón de los casos exóticos e inservibles... (a su propio juicio, claro).

Véase si no en base a qué y cómo un tal Alexia Philonenko (con el que me he topado en busca de unos datos) se digna a despachar (que no a "desmontar) a Schopenhauer:

"Al meditar quizás sobre los criminales (?), como lo harían Nietzsche y Dostoievski, Schopenhauer llegó a rehabilitar esa razón que tanto había hecho por superar. Lo hizo en un apéndice del párrafo 36 (!!) del Mundo como voluntad y representación. La locura tiene diferentes caras... (...) ¿En qué consiste... (...) en el apego a la vida? Esto es lo que toda la filosofía de Schopenhauer nos invita a pensar (¡y a lo que Philonenko la reduce con el fin de despacharla sin más con un finale apropiado para el olvido!). Pero él da una explicación muy distinta, que no dejará de sorprender (?) si se recuerda todo lo que ha dicho del tiempo..." (y aquí Philonenko hace un resumen restringido al tema de la "alienación" y cita a Schopenahauer al respecto... como si esa cuestión fuera lo más significativo e importante a destacar de sus escritos. Todo para concluir:) "Como se puede ver, Schopenhauer da la espalda a su propia doctrina. Más exactamente, renuncia (...) a adentrarse en una fundamentación radical del pesimismo." ("Historia de la filosofía" -una muestra de la cultura francesa de divulgación-, tomo 8, capítulo 3, Siglo XXI Editores, México, 1980, págs. 90-91; los paréntesis con signos y notas, así como la negrita irónica son todos míos)

¿No es una pena? ¿No da sinceramente pena... extraer tan poco y pretender pasar página como si nada (¡la pretende pasar un don nadie que ha ejecutado un encargo editorial!)? ¿Ser incapaz de leer bien y lo sustancial, reducir un pensador que llegó a ver tantas cosas (las que don nadie no quiere ver, claro) a cantor del pesimismo y, presentándolo como traidor y renegado de su propia causa, hacerse fácil, simpático a sí mismo y a los lectores meramente enciclopedistas que hayan llegado hasta su texto, el trago de olvidarlo para siempre.¡De que no se ocupen de leerlo!

Pues por mi parte, me propongo leeré bien a todo el que haya pensado con fuerza y vida, actuando el personaje propio libre de toda mezquindad, contra todos aquellos que ni siquiera son capaces de sobreponerse a la suya un poco y la trasuntan hasta mostrarla en el disfraz elegido como sucios lamparones de sudor. Ellos sí, mezquinos representando la mezquindad intelectual, incapaces y sin luces suficientes cómo para encontrar la manera de huir de los descubrimientos que los ponen al borde del abismo, abismo que no saben cómo evitar saltar para volar, lastrados por la relativa pero siempre insatisfactoria comodidad a la que se resignan sin dejar de quejarse... Y mostraré hasta dónde llegaron esos pensadores desprendidos, que sin duda fue lejos; al menos mucho más lejos que lo que señalan los mapas de esos bienpensantes proletarizados o corruptos que apenas saben bailar mal bajo las estrellas fijas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjate oir... déjate atrapar...