viernes, 5 de marzo de 2010

Los niños, las balas, la gasolina, las máquinas...

Voy a salirme un poco de la carretera con la intención de resaltar algunos detalles que no sólo ponen en evidencia el enfoque conservador que se oculta tras un pesimismo relativo e impostado en la película (y tal vez en la novela, que aún no he leído y tal vez no lea nunca aunque repose ya en mi librería, pero que daré por fidedignamente transladada al cine), sino también las falacias imaginarias a las que nos conduce todo intento de anticipación fantástica; un poco lo que según Berlin había llegado a tomar conciencia León Tolstoi en particular, cuya personalidad y enfoque estudió (léase "El erizo y la zorra")

Preguntémonos lo que debió preguntarse el creador de la historia antes de afrontar su realización escrita: ¿cuál sería la conducta de los hombres buenos y de sus hijos en caso de que la sociedad actual colapsara? Y supongamos sin equivocarnos demasiado que el autor hiciera eje en la gente "buena" que no imaginaba que algo tan terrible les sucedería y les tocaría tan de cerca, gente que hacía su trabajo bastante convencida de que era importante y constructivo, de que estaban contribuyendo a edificar un mundo cada vez mejor o en todo con posibilidades crecientes de serlo... Y que por ello se casaba y tenía o quería al menos tener hijos y acompañarlos en su crecimiento, comprar una casa en un lugar agradable y rodeado de buena gente como él mismo y su mujer, donde otros hijos fueran compañeros de juegos y de colegio de sus hijos y con quienes conocerían estos la amistad y la enemistad, el amor y el odio... Etcétera.

Y aceptemos que se preguntara luego: ¿qué puede y qué debe hacer alguien así en esas terribles circunstancias, y en qué medida él o sus genes podrá hallar otra gente tan buena como él mismo... aunque a la vez tan suspicaz, y tan capaz de poner en primer lugar su supervivencia que aunque en términos diferentes de los que optan por conductas depredadoras más extremas y de una eficacia inmediata bajo una moral adaptativa que parece haberse olvidado por entero de la previa en la que vivían (aparentemente, porque tal vez esa era la moral previa con la que vivían), moral que en buena medida el protagonista elegido como tal rechaza y su hijo -más o menos extrañamente, como veremos en seguida- demuestra rechazar aún en mayor medida... casi en el límite de la propia autodefensa...?

Aceptemos la hipótesis fantástica que hace del niño un ser particularmente inocente, donde la inocencia (más que la herencia genética y la influencia paterna) parece inseparable y hasta consustancial con la bondad y el rechazo de la violencia, la esperanza y el vínculo con la tradición... ¡Un momento! Llegados a este punto es cuando precisamente NO podemos seguir aceptando la hipótesis fantástica, cuando comienza, más que nunca, a oler a moraleja, a pretender inducirnos una falsedad fundacional...

Esto, por sobre todas las cosas, entiendo que debe ser desmontado. Esto es lo que creo falso y mentiroso. Lo que a mí me parece autocomplaciente. Sí: porque nos hace pensar que somos en el fondo tan buenos como el buen salvaje... -que nunca existió-, y que ahora habría de existir garantizando el futuro gracias a la misma civilización que, no sabemos en tal caso por qué haya sucumbido (en fin, no cabe sino pensar que fue por culpa de esos "otros" vecinos, más distantes, respecto de los que no nos sentimos semejantes, respecto de los cuales nos sentimos en realidad "otra especie", de los que nos cuidamos y nos defendemos y contra los que, para esos fines, mantenemos un Estado con su policía y sus legisladores... es decir, de los pobres, de los negros, de los violentos, de los incultos, de los proletarios, de los desocupados, de los solitarios, de los enfermos, de los... que no han querido o no han podido vivir exactamente como vivíamos nosotros).

El futuro, pues, es colocado en manos de ese niño y de una familia capaz de acogerlo. Una familia que cree y practica las viejas tradiciones (incluso religiosas), y que, como supo decirle la profeta de su madre (quien como Moises dejó las tablas de la Ley pero no siguió a su pueblo), se dirige hacia el Sur, símbolo del calor, del sol, de la luminosidad, de una vida más primitiva y simple, campesina, indígena, tercermundista, etc.

¿Podemos creer que esa sea una hipótesis realista y por tanto seriamente anticipatoria?

Yo no sólo no me lo puedo creer, sino que no puedo evitar ver detrás intenciones apaciguadoras y relajantes. El futuro, no importa lo que pase, está en manos de las víctimas: resignaos a serlas. Yo sé, por el contrario, que sólo en parte somos víctimas (y en parte también victimarios), que no creo que podamos evitar seguirlo siendo... pero de resignarme... nada. Yo, víctima y victimario, acabaré en el límite del caos (si lo llegase a vivir como el protagonista) riéndome por fin de la humanidad como Nietzsche se preguntaba (léase "La gaya ciencia") si alguna vez el tiempo para hacerlo llegaría.

Sé que la mayoría no reiría conmigo, pero ¡vaya si eso me satisfaría!

4 comentarios:

  1. Me ha encantado este post, Carlos. Me planteo que, si no existe la hipótesis fantástica, entonces dejamos abandonada en la cuneta la presunción de inocencia, ingenuidad, bondad... de los niños. Y me pregunto si eso quiere decir que tal vez los niños también pueden actuar por maldad de manera espontanea, no imitada. Entonces me pregunto de nuevo qué es la maldad y me doy cuenta de que, desde mi punto de vista, al ser un comportamiento (inducido por una mente determinada), y puesto que creo que la variedad asegura la supervivencia, debe existir la maldad, debe existir ese comportamiento que atenta contra "el otro". Solamente así es posible que ganen "los buenos". Y la razón por la que creo que los buenos ganan siempre es que el atentado contra "el otro" es siempre de manera no evidente las más de las veces, un atendado contra uno mismo, ya que no somos animales capaces de vivir de manera independiente. De ahí que el malo antes o después esté condenado a su autodestrucción.

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  2. ¡Vaya si me alegro de haberte conmovido! Mi eterna propuesta apunta a que dejemos de ir a buscar las "respuestas" de lo que se manifiesta, tanto en nosotros como ante nosotros... en los "manuales" de moral (la ciencia es uno de ellos; lo trasmitido oralmente y popularizado, otro más virtual), manuales que han todos escritos o "trasmitidos oralmente" en defensa de "unos y nunca de "todos". La hipocresía y el autoengaño nacen a partir de ese clavo ardiente al que se suele apelar (los 10 mandamientos en mil formas). Justamente, el "no matarás", por ejemplo, no fue nunca generalizado; se trataba sólo del "prójimo" o próximo, del miembro del propio grupo... si no, ¿cómo se habría conquistado la "Tierra Prometida"? El "no desearás a la mujer del vecino" es éso mismo, la del "vecino", pero no la del "enemigo", "bárbaro", etc.
    Gracias, Mary por reflejar aquí tus pensamientos: quedas convertida en una luciérnaga más de mi botella (abierta, como se aprecia en la foto).

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  3. Todas estas preguntas me las hice yo al ver la película. A mi la gente "buena" me ha producido siempre mucho recelo: suelen ser los que cuando se quieren dar cuenta ya se han cargado el mundo en el que tan cómodamente viven.
    La inocencia sólo concude a la catástrofe.
    Excelente reflexión.

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  4. Gracias, Pedro. Así es, no hay mayor hipocresía y engaño que ocultar la tragedia humana con tules de bondad inocente y esperanzada...

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Déjate oir... déjate atrapar...